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Haz esto para afrontar la ansiedad precompetitiva

23 de septiembre de 2025

Imagina por un momento que estás a punto de competir. Tan solo faltan unos minutos para que comience tu competencia. Miras al público y notas lo emocionado que están todos. Es una competencia crucial para ti y has entrenado duro para este momento. No se trata de semanas, sino de meses e incluso años de preparación. Te has esforzado en cada sesión de entrenamiento, has procurado descansar bien, alimentarte apropiadamente y cuidar cada detalle para que tu competencia salga bien. 

Entonces comienzas a sentir que tu corazón se acelera, tu respiración se agita e incluso tu cuerpo comienza a temblar un poco. Algunos músculos se tensan, mientras que otros se sienten como gelatina. Tu cuerpo, claramente, sabe lo que se avecina. De repente, notas que tienes las palmas sudorosas y que un sudor frío recorre tu espalda. 


Así las cosas, piensas que las sensaciones que tu cuerpo está experimentando son desagradables. No quieres sentir eso. Quieres sentirte emocionado y enfocado; quieres estar alerta, pero a la vez tranquilo. En cambio, notas un nudo en el estómago y luchas por controlar una ligera náusea. Tu boca se seca y comienzas a pensar si los demás notan lo que estás experimentando en tu cuerpo. 

Sin embargo, todas estas sensaciones en tu cuerpo ya te son familiares, ya las has sentido antes. Incluso las has agrupado bajo un nombre al que de alguna manera le temes: Es la temida ansiedad precompetitiva de la que tanto sabes porque la sueles sentir antes de cada competencia importante, e incluso antes de las que no son tan importantes. 

No te preocupes, no quiero que revivas experiencias que no fueron tan placenteras, y menos si las asociaste con un resultado negativo; pero necesito que las recuerdes por un momento para que implementes una estrategia diferente para manejarlas.

Una vez le pones este nombre a tus sensaciones, tu cuerpo reacciona. Sientes un nudo en la garganta y los músculos pesados. Te dices internamente: “Tengo ansiedad” “Estoy ansiosa”. De inmediato, una larga fila de pensamientos comienzan a inundar tu cabeza: “¿Y si fallo?” “¿Y si cometo errores?” “Me va a ir mal” “No lo voy a hacer bien”. Incluso, comienzas a pensar en todas las razones que tienes para argumentar que no vas a tener un buen desempeño, sin siquiera haber comenzado la competencia. 


¿Este escenario te suena familiar?


Seguramente te han sugerido que frente a un escenario así, implementes estrategias para calmarte, para que el cuerpo no se sienta tanto, por así decirlo. Probablemente conoces estrategias para respirar profundamente, o te han sugerido que uses la visualización, o que te hables a ti mismo con palabras positivas. 

Todas estas son estrategias útiles que te permiten decirle de vuelta a tu cuerpo que todo va a estar bien. Por decirlo de alguna manera, le bajan el volumen a esas sensaciones en tu cuerpo, para que puedas enfocarte en otras cosas, como tu plan para la competencia, las instrucciones de tu entrenador, o hacer tu rutina pre-competitiva. 

Quizá aunque las conozcas, las has probado y has concluido que no te funcionan, que la ansiedad sigue allí, y lo peor, que te sigue arruinando las competencias. 


Pues bien, en esta publicación no quiero hablar de esas estrategias -ya tendremos oportunidad de hablar de ellas, pues como te señalé, son bastante útiles-, sino que
quiero ir un poco más atrás y que podamos “descomponer” de alguna manera esas sensaciones corporales y cómo llegan a convertirse en ansiedad, particularmente en una ansiedad que no te ayuda, sino que te produce malestar, te distrae, te debilita o te sabotea. 

Lo que quiero que hagamos es que no nos apresuremos a catalogar esas sensaciones como “ansiedad”, sino les prestemos atención y procuremos darles otro significado. En otras palabras, nos quedamos con las sensaciones del cuerpo, pero pausamos o aplazamos las emociones que usualmente asociamos con ellas, como ansiedad, nerviosismo o estrés, entre muchas otras. 

El ajuste que te propongo se compone de los siguientes pasos. Imagina que estás a punto de competir y trata de recordar lo que pasaba en tu cuerpo, como si lo volvieras a vivir. A continuación, haz lo siguiente: 

  1. Nota las sensaciones en tu cuerpo, préstales mucha atención, como siempre lo has hecho; solo que esta vez les vas a prestar tanta atención como si fuera la primera vez que la experimentas, como si tu cuerpo jamás hubiese sentido algo así. Por ejemplo, si sientes que tu boca está más seca, trata de pensar que nunca has experimentado eso.

     

  2. Con esa mente curiosa, vas a procurar describirla, evitando juzgarla como algo bueno o malo. En otras palabras, te dices a ti mismo/a algo como “Qué curiosa sensación estoy experimentando ahora en mi cuerpo. Puedo notar cómo tengo menos saliva en la boca que hace un momento”. Si es otra sensación como tu corazón a mil, te dices “Puedo sentir que mi corazón está latiendo muy rápido, como si se quisiera salir de mi pecho”

    Aquí la clave es que describas mentalmente lo que te está pasando, pero sin quejarte, sin condenarlo, sin juzgarlo como algo malo o que no quieres sentir. Simplemente estás describiendo a tu mente lo que está sucediendo.

     

  3. Luego, haces un pequeño cambio en la forma en la que piensas: Mentalmente, dices “Wow, esto es una señal de que la competencia me importa, mi cuerpo me está diciendo que algo importante está a punto de ocurrir. No puedo negar que me entusiasma y que quiero que salga lo mejor posible. Mi cuerpo me lo está diciendo y por eso siento la boca seca, o por eso mi corazón está latiendo tan fuerte”.

     

  4. Y por último, piensas: “Aunque ahora tenga la boca seca, en un momento se me pasará y mi rendimiento no se tiene que ver afectado por esta sensación”.

  5. Luego lo haces con otras sensaciones que puedas estar teniendo, prestándoles mucha atención y cambiando la interpretación. Nota que pasa en tu mente, en tus emociones y en tu cuerpo cuando haces este cambio.

¿Caíste en la cuenta de cómo una sensación en tu cuerpo, una sensación que usualmente asociamos con algo negativo, fue interpretada de manera diferente? ¿Notas que por ningún lado apareció la etiqueta “ansiedad”?

Déjame entonces te cuento por qué está estrategia puede funcionar para ti. 

Primero que todo, te aclaro que no estás engañando a tu cuerpo ni haciéndote creer cosas que no son. Efectivamente, si tu corazón está acelerado, no es algo que puedes negar. Lo que pasa es que un corazón acelerado es señal de que estás ansioso, pero si recuerdas los momentos más emocionantes de tu vida en el último año, probablemente recordarás que en esos momentos tu corazón también latía con mucha intensidad. Así que tu cuerpo reacciona de maneras similares frente a algo muy emocionante o excitante y frente a algo que te importa mucho y que quieres que salga muy bien, como una competencia deportiva o hablar en público.

Segundo, lo que está sucediendo es que estás aceptando que tu cuerpo está experimentando algo que no experimenta a cado rato, e interpretas que lo está haciendo porque algo importante está a punto de ocurrir. De alguna manera, es algo que podrías esperar, así que esas sensaciones, aunque puedan ser incómodas, no te sorprenden: ya las conoces. El factor sorpresa es eliminado y aceptas que tu cuerpo se va a sentir así.


Pero esto no es todo. Una vez aceptas que tu cuerpo se va a sentir así, re-interpretas esa sensación en tu cuerpo, y la ves como un signo de entusiasmo, de que algo que te emociona mucho está a punto de comenzar. No te apresuras a ponerle la categoría de “ansiedad mala”. Y luego, le das el toque final: Concluyes que aunque te sientas así, se te pasará pronto, y que eso no va a afectar tu preparación, esa que llevas siguiendo sagradamente por semanas y meses. Que si tu boca está seca, no necesariamente va a arruinar los cientos de cosas que has hecho durante cientos y cientos de horas para estar preparado para tu gran momento. 

Como te habrás fijado, no trataste de eliminar la sensación de tu cuerpo, simplemente la interpretaste diferente, le diste otro nombre ¡y eso evitó que otros pensamientos negativos surgieran como respuesta a ello!

Tómate un tiempo para asimilar esta estrategia, lee los pasos de nuevo y trata de imaginar por tu cuenta- con sensaciones corporales muy tuyas que sueles asociar a la ansiedad precompetitiva- cómo podría funcionar en tu caso. No te estoy diciendo que esto eliminará lo que conoces como ansiedad, pero es posible que comiences a verla un poco distinta. Sólo me gustaría que le dieras una oportunidad, y la pruebes. Luego me puedes contar si funcionó en tu caso. 

Para que termines de leer, quiero decirte que este ajuste que te sugiero es uno de tantos que puedes implementar para conectar con las sensaciones de tu cuerpo, con tus emociones y con tus pensamientos. No obstante, cada atleta es un mundo diferente y complejo, así que no todas las estrategias funcionan igual para todos. 

Esta es una estrategia de muchas posibles. No todas tienen que servirte. De lo que se trata es que armes tu propio kit de herramientas, las que te sirven a ti particularmente. Tan solo te invito a que pruebes esta herramienta, y si no te funciona, ¡te tengo buenas noticias! Existen muchísimas otras que puedes intentar y que quizá sí te funcionen.

¡No te pierdas las próximas publicaciones!

 

Publicado por: Miguel

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